Inflamación intestinal, qué hacer
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La Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII) engloba a dos patologías: la enfermedad de Crohn (EC) y la colitis ulcerosa (CU) que actualmente afectan entre 2.6 y 3.2 millones de personas respectivamente, en todo el mundo.
Ambos padecimientos se presentan habitualmente entre los 20 y 40 años de edad, sin embargo, en los últimos años se ha observado un incremento importante en la incidencia de esta enfermedad en personas menores de 18 años, representando una tercera parte de los pacientes diagnosticados.
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Es un conjunto de enfermedades crónicas que afectan al tubo digestivo, provocando procesos inflamatorios desde la boca hasta el ano para los casos de EC, y limitándose solo al intestino grueso (colon) y al recto del paciente con CU.
A diferencia de los adultos, en los casos pediátricos, existe un mayor predominio de manifestaciones extraintestinales y síntomas generales como: pérdida de peso y retraso en el crecimiento, que cobran especial importancia tanto en el diagnóstico como en el control de la enfermedad y en la evaluación de la eficacia de los tratamientos.
“Actualmente la EII ha presentado un incremento importante en la tasa de incidencia en nuestro continente, por ello si se presenta dolor abdominal, diarrea, heces con sangrado, pérdida de peso o fatiga por largos episodios y recurrentes, se debe acudir inmediatamente al gastroenterólogo”, dijo la doctora Nayeli María José Mendoza, gastroenteróloga pediatra adscrita al servicio de gastroenterología y nutrición pediátrica del Hospital Materno Infantil ISSEMYM del Estado de México.
El problema es que los pacientes pueden tardar más de cinco años en ser evaluados adecuadamente por un gastroenterólogo, y si no se aborda oportunamente, los objetivos del tratamiento por alcanzar la remisión o poca presencia de los signos y síntomas de la enfermedad se complican considerablemente.
Por consiguiente, la calidad de vida se ve afectada, principalmente en una etapa de la vida tan importante como lo es la adolescencia, quienes representan entre un 15 y 20% de los casos totales de esta patología.
Los niños y adolescentes con EII a menudo informan que la fatiga es su síntoma más grave y angustiante, sensación que les provoca: cansancio, falta de energía y sensación de agotamiento que disminuye su actividad física y mental, impactando además de su funcionamiento físico, emocional, cognitivo y social; su crecimiento y desarrollo.
“La falta de apetito, la diarrea y una absorción inadecuada de los nutrientes pueden hacer difícil que la gente con una enfermedad inflamatoria intestinal obtenga las calorías y los nutrientes que necesita su cuerpo. Los niños con esta enfermedad deben ingerir una amplia variedad de alimentos, beber abundante líquido y aprender a evitar los alimentos que empeoran sus síntomas” destacó la doctora Mendoza.