Trump padece enfermedad mental: expertos

Los resultados del "supermartes" de esta semana muestran que Donald Trump es casi virtual ganador de la candidatura del partido republicano a la presidencia de Estados Unidos.

Si bien todavía existen suficientes votos para que que los candidatos Ted Cruz o Marco Rubio puedan superar a Trump, siguiendo la tendencia actual, tendrían probablemente que unir fuerzas para detenerlo, algo que por el momento parece improbable (aunque la pura racionalidad puede modificar las cosas). 

Recientemente un nerocientífico de Harvard, Howard Gardner, explicó por qué Trump es un "narcisista de libro de texto". El psicólogo clínico Ben Michaelis ha dicho: "estoy archivando sus videos para usarlo en mis talleres porque no hay mejor ejemplo de estas características".

El narcisismo se caracteriza fundamentalmente por la falta de empatía, una cualidad que ciertamente no parecería muy adecuada para un líder democrático. Es ciertamente una buena característica para un dictador o un tirano y de hecho ha sido observada históricamente en personajes como Muammar Gaddafi, Saddam Hussein y Napoleón Bonaparte.

El poder del narcisista suele estar ligado a su autoconfianza --sustentada en hacer menos a los demás-- y a su vanidad, la cual en ocasiones le permite cierto autoperfeccionamiento. Los narcisistas tienden a inflar su ego y a la vez que parecen demeritar los valores de los demás necesitan de la constante admiración de los otros.

Un ejemplo actual en la cultura pop de esto --además de Trump-- puede ser el futbolista Cristiano Ronaldo. Un narcisista cuando es un artista o deportista puede beneficiarse de este autoinvolucramiento (de esta aura autolustrada) pero las cosas cambian cuando se trata de un servidor público.

En el fervor del escándalo mediático --un circo penosamente divertido-- algunos empiezan a generar un discurso de pánico, ante el peligro de que Trump llegue al poder (algo que todavía está lejos de ocurrir). Este artículo de Raw Story se pregunta o se preocupa por los riesgos de que una persona del narcisismo de Trump, que ha hecho su campaña insultando a las minorías, incurriendo en sexismo, fanatismo y todos los ismos políticamente incorrectos, pueda llegar al poder, sugiriendo un posible extremismo, y lo compara con Gollum de El Señor de los Anillos (y en ese caso añadiendo otro desorden mental a Trump).

La salud es colectiva y hasta cierto punto la enfermedad mental de Trump es nuestra propia enfermedad mental. El millonario que arrasa con discursos vehementes, tácticas retóricas y un marketing del ego y del miedo, nos dice mucho de nuestra sociedad: preferimos salvar nuestro pellejo que escuchar a los demás y compartir sus problemas, impera el materialismo y no el idealismo, nos dejamos ir por la superficie de las cosas y la falsa grandilocuencia (compramos permanentemente la dicotomía, el arco dramático de buenos y malos, en una percepción dualista de oposición, no de conjunción).

Trump puede ser una hipérbole, un caso agudo, pero esta enfermedad, en su estado germinal al menos, está difundida por el grueso de nuestros vasos comunicantes, esa piel eléctrica que es el mundo, según McLuhan. En este sentido Donald Trump puede tomarse en toda su personalidad como un síntoma solo de un cuadro más profundo que deberíamos investigar. Como dijera el poeta Virgilio: "Feliz es aquel capaz de conocer las causas de las cosas". Conocer las causas es lo único que puede impedir que se repita esta pesadilla masiva. (Con información de Alejandro Martínez/PijamaSurf)

Modificado por última vez enLunes, 07 Marzo 2016 10:16

Deja un comentario

Asegúrate de llenar la información requerida marcada con (*). No está permitido el código HTML. Tu dirección de correo NO será publicada.

logo-nosotros

RH Editores produce y comercializa la revista de Salud Factor RH. La edición es mensual.

Correo de publicidad: