Cómo controlar el enojo
- Escrito por Redacción
- Publicado en Bienestar 24 horas
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Eres una persona tranquila, de buen humor, camino al trabajo. Todo va bien. Pero, en cuestión de minutos, un conductor imprudente, que va a toda velocidad, se te atraviesa, toca el claxon y te hace una seña obscena.
De repente, no te reconoces. Tu furia se dispara por la indignación. Le devuelves el claxonazo, largo y fuerte, mientras las venas se te marcan en el cuello y todo tu cuerpo se tensa. Aceleras y comienzas a seguir al conductor agresivo.
El enojo ha tomado el control. Antes de convertirte en la próxima estadística de la furia al volante, piensa en cómo puedes manejar mejor estas emociones tan intensas.
No importa qué lo desencadene, el enojo es una emoción universal y fundamental en los seres humanos. A menudo surge cuando sentimos que han violado nuestra dignidad, explica el Dr. William Orme, psicólogo en el Hospital Houston Methodist.
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"Las personas responden al enojo de maneras muy diferentes, dependiendo de cómo fueron criadas, su aprendizaje social, sus relaciones y cómo reaccionan los demás hacia ellas. Y, en cierta medida, también depende de la percepción. La clave está en cómo respondemos. Eso es algo que podemos aprender a controlar”, señala el Dr. Orme.
¿En qué punto del espectro del enojo te encuentras?
El enojo se manifiesta en un espectro. En el extremo más bajo, puede ser una ligera frustración, sentirte molesto o irritado. En el extremo más alto, puede ser una furia incontrolable.
"Puede que hayas crecido en una familia donde te enseñaron que estar enojado es malo y que deberías mejorar tu actitud", describe el Dr. Orme.
Así que reprimes tu enojo y lo dejas acumularse, como un estofado a fuego lento. O tal vez creciste en un entorno de enojo destructivo, donde quienes te rodeaban reaccionaban impulsivamente y a veces con violencia.
"Aprendemos mucho al observar a nuestros padres o a las personas a nuestro alrededor y cómo manejan el enojo", comenta el Dr. Orme.
Nuestros propios cuerpos tampoco ayudan. El enojo nos prepara físicamente para la batalla, poniendo al cuerpo en alerta máxima. Hace que nuestra sangre hierva, que el corazón lata más rápido y que nuestra presión arterial se dispare. El cerebro pensante se puede apagar.