Niños influencers, quiénes ganan
- Escrito por Redacción
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Llega la Navidad, las fiestas de familia y de compartir, pero también de compras. ¿Quién no sueña con un regalo? Los pequeños de la casa son los primeros en hacer listas. Los escaparates, los catálogos y la televisión son los canales que las marcas utilizan para llegar hasta ellos.
Pero no solo esto: desde hace unos años, los inbox toys, vídeos en los que niños como ellos —los influencers kids— juegan con un juguete y lo comparten, son una de las vías más efectivas para incitarles a pedir y comprar. ¡Y es que los expertos saben que a los niños les gustan tanto los juguetes como ver a otros niños jugar!
Detrás de estos "artistas" hay adultos, familiares y empresarios que hacen negocio. ¿Quién protege a los pequeños vendedores y compradores? ¿Qué consecuencias pueden sufrir? ¿A qué riesgos se exponen?
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"Los expertos en marketing saben que, cuanto más fuerte sea la identificación del espectador con el personaje del anuncio publicitario, más credibilidad tendrá el mensaje. Si el niño ve a un igual que aparentemente está divirtiéndose mucho con un determinado juguete, deseará lo que le falta para divertirse tanto: el producto. De este modo se fomenta el deseo en el niño, que, por supuesto, no puede ser consciente de que forma parte de una estrategia comercial. Lo más peligroso es que sean los padres quienes no tengan esta conciencia.
“Debemos empezar a asumir que llega una nueva generación que, a pesar de no disponer de poder adquisitivo real, tienen una influencia determinante sobre los hábitos de compra familiares", explica Enric Soler, psicólogo relacional y tutor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.
Generación Alfa
Esta generación (también conocida como generación T o Touch), "los hijos de los millennials, se inicia en 2010, coincidiendo con la aparición del primer iPad. Es la primera generación 100% digital y completamente desvinculada de todo lo que sea analógico.
Su filosofía se basa en el hecho de que nadie es demasiado pequeño para provocar un cambio. Será una generación hiperconectada y neomaníaca (adicta a las novedades).
Cada semana nacen más de 2 millones y medio de Alfa, y se espera que en 2025 sean más de 2 mil millones. Serán másconsumidores proactivos que consumidores.
"Un consumidor proactivo es alguien que no tiene suficiente con ser cliente de una marca, sino que también quiere colaborar proactivamente con ella. La importancia de las evaluaciones sobre los productos de consumo adquiridos digitalmente podría ser el embrión de este aumento del peso específico del cliente, que podrá influir muy significativamente en el desarrollo de nuevos productos que satisfagan a la sociedad", comenta Soler.
La generación Alfa implicará un cambio de paradigma en el consumo. Para el psicólogo, este empoderamiento del consumidor no es negativo, pero "sería lógico que fuera más recomendable cuando es adulto y tiene la personalidad formada, y con el objetivo de mejorar los productos de consumo, no para lanzar niños en proceso de formación al circo de los leones de las grandes empresas de marketing".
Hace años, la televisión lanzó a los niños que hacían anuncios, el cine abrió puertas a los actores y actrices... Para el experto, la relación no es comparable.
"Depende del peso específico de la actividad en el desarrollo de la criatura. Un niño con dotes artísticos empieza a desarrollar aptitudes que vertebran su yo, siempre que el desarrollo de su potencial no impida que el niño siga haciendo vida normal. Si un niño tiene dotes para el canto, en su vida hay espacios extraescolares en los que puede empezar a educar la voz, pero esto no debería impedir la asistencia a la escuela, la socialización con sus iguales, el juego, etc.", afirma Soler.
Los niños no tienen por qué quedar excluidos de la publicidad. La cuestión es: ¿quién debe pagar el producto anunciado?, ¿quién es el receptor de la actuación publicitaria?
"Si el anuncio es de pañales o de papilla de frutas, y algo puntual, no veo ningún peligro. Ahora bien, si los padres se obsesionan con sacar un rendimiento económico continuado de la imagen de su hijo, hasta el punto de que su vida queda alterada, lo que pueden estar haciendo, sin darse cuenta, es sembrar la semilla de un futuro narcisista", menciona el experto.
Los responsables de proteger a los menores son sus progenitores. "Educar y proteger es mucho más complejo que engendrar, pero también entiendo que hay padres que no protegen a sus hijos por desconocimiento. Estamos inmersos en la sociedad del 'produce, consume y calla', es decir, 'gana dinero, gástatelo y no te plantees nada'. Tiene que ser difícil rechazar una oferta económica sustanciosa a cambio de la imagen de tu hijo o hija. Para los padres, es una constatación del hecho de que no son los únicos que ven a su hijo como lo más bonito del mundo. Y si, además, te pagan dinero...", reflexiona.
Ferran Lalueza, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC, asegura que "la identidad digital tiene un peso cada vez mayor en la vida de las personas. Compartir una gran cantidad de contenidos protagonizados por un menor determinará la forma en la que el niño será percibido en el futuro en su entorno personal, social e, incluso, profesional.
“El niño no es consciente de esto, pero el adulto responsable sí debería serlo y obrar en consecuencia. Hay que evitar particularmente todo lo que menosprecie la dignidad del niño y tener siempre presente que la gracia que a los padres les parece divertidísima puede ser objeto de burla sangrante fuera del entorno familiar, ya sea ahora mismo o —internet tiene memoria— en un futuro próximo".