Día Mundial de la Disfagia, por qué se celebra

Destacado Día Mundial de la Disfagia, por qué se celebra

El 12 de diciembre es el Día Mundial de la Disfagia, un trastorno de la deglución que, pese a su elevada prevalencia, se trata de una patología infradiagnosticada y poco tratada por los especialistas indicados.

Núria Oriol, profesora y coordinadora de las sesiones presenciales del grado de logopedia (interuniversitario: UVic-UCC, UOC), explicó que es muy complejo y puede afectar la calidad de vida de las personas que la sufren.

¿Qué es la disfagia?

La disfagia es un trastorno de la deglución. La deglución es el acto de tragar los alimentos, sólidos o líquidos, y también la saliva, desde el momento en que se introduce el alimento en la boca hasta que llega al estómago. Implica un proceso de movimientos voluntarios e involuntarios (reflejos) que actúan de forma rápida y coordinada.

Cuando se produce una alteración en cualquier momento de este proceso, hablamos de disfagia. Cuando la disfagia compromete las fases oral y faríngea, se denomina disfagia orofaríngea; cuando afecta a la fase esofágica, se habla de disfagia esofágica. También se puede clasificar la disfagia según el material que compromete a la deglución, o sea, disfagia a líquidos, disfagia a sólidos o disfagia a saliva. 

¿Por qué se produce y cuándo?

Parece mentira que un acto que llevamos a cabo tan a menudo, tragar saliva tres o cuatro veces por minuto, o alimentarnos con al menos tres o cuatro comidas al día, en entornos que no tienen carencias alimentarias, pueda llegar a ser tan complejo y coordinado. La deglución comprende cuatro fases, además de la captación del alimento.

Una primera, que es la fase preparatoria oral, la cual consiste en masticar y elaborar el bolo alimenticio; la segunda es la fase oral, en que la lengua impulsa el alimento para poder deglutirlo; la fase faríngea, de forma resumida, se define por encargarse de transportar el bol a través de la faringe, y la fase esofágica, que conduce el bolo alimenticio por el esófago hacia el estómago. La disfagia es un síntoma, generalmente consecuencia de alguna patología, pero que también puede darse por envejecimiento de las estructuras implicadas.

La disfagia puede ser funcional, mayormente, por debilidad muscular o reducción de la extensión de los movimientos de los labios, la lengua, el velo del paladar, la faringe, la laringe; por incoordinación en el conjunto de movimientos y estructuras implicadas; o por disminución de la sensibilidad.

También puede ser estructural, cuando hay una lesión directa de las estructuras, como tumores y cánceres, y por las consecuencias de los tratamientos para intentar erradicarlos (radioterapia, etc.). Hay que diferenciar la disfagia de la aspiración. No todas las personas con disfagia presentan aspiraciones, pero se calcula que entre el 30 % y el 60 % de personas con disfagia sí las presentan.

¿Qué consecuencias tiene?

La disfagia puede ser leve, moderada o grave. Hay distintas escalas que permiten calificar el grado de disfagia. Puede ir desde dificultades para propulsar el bolo alimenticio de la boca a la faringe hasta el paso de alimentos a los pulmones, e incluso provocar una situación de riesgo vital. Las consecuencias pueden ser para la seguridad y para la eficacia, y puede también afectar a la calidad de vida.

Cuando el material o el alimento pasa a la vía respiratoria es cuando se puede comprometer la seguridad. Cuando la persona que tiene disfagia no llega a los niveles nutricionales y de hidratación suficientes es cuando se habla de alteración de la eficacia. Cuando las dificultades deglutorias comprometen el disfrute o la gestión de la alimentación es cuando la calidad de vida se ve afectada. 

¿Cuáles son los colectivos más afectados por la disfagia?

La disfagia aparece a menudo en enfermedades neurológicas (siendo el ictus la más frecuente) y en enfermedades neurodegenerativas, como la de Parkinson, la demencia, o la esclerosis lateral amiotrófica.

También existe disfagia a consecuencia de tumores o procesos cancerígenos en las estructuras implicadas en la deglución, como los labios, la lengua, la mandíbula, el velo del paladar, la faringe, la laringe, el esófago. Y, por último, existe un colectivo que no se puede englobar propiamente en ninguna patología, que es el de las personas de edad avanzada. En estos casos, el envejecimiento de las estructuras con pérdida de fuerza y ralentización de los procesos también es una fuente de aparición de la disfagia.

¿Cuál es la prevalencia?

En el ictus, en función del momento en el que se recoge la aparición de disfagia, se habla de entre un 30 % y un 65 %. En la enfermedad de Parkinson, la disfagia aparece entre el 52 y el 82% de las personas con la enfermedad.

En el caso de la esclerosis lateral amiotrófica o en fases avanzadas de la enfermedad de Alzhéimer, la prevalencia de la disfagia es mayor: los datos recogen que más del 40 % de las personas mayores hospitalizadas presentan disfagia, y que aproximadamente el 38 % de los pacientes traqueotomizados en UCI también sufren este trastorno. En el caso de personas con cánceres de cabeza y/o cuello, la probabilidad de presentar disfagia es muy alta, superando fácilmente el 80 %.

Modificado por última vez enMartes, 06 Diciembre 2022 06:36

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