Acierto, la alerta contra vapeadores

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La decisión de la Cofepris y la Conadic de alertar a la población acerca de los daños que provocan tanto los Sistemas Electrónicos de Administración de Nicotina (SEAN), como los Sistemas Similares Sin Nicotina (SSSN), y los Sistemas Alternativos de Consumo de Nicotina (SACN), constituye un acierto en defensa de la salud de México, ya que no hay evidencia científica sobre la utilidad de estos productos para dejar de fumar, por el contrario, dañan la salud de quien los consume, dijo Erick Antonio Ochoa, director de Salud Justa.

Ambos organismos, emitieran una alerta sanitaria sobre el riesgo que representa a la salud el uso de vapeadores en todas sus modalidades. Estos productos entrañan para a niñas, niños y adolescentes ya que los acercan al tabaquismo, sobre lo cual existe evidencia científica sin conflicto de interés, avalada también por el gobierno de México.

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La alerta sanitaria indica que dichos productos causan daños respiratorios por la inflamación del tejido pulmonar, daños cardiovasculares por los cambios en la circulación sanguínea y daños mutagénicos que aumentan el riesgo de contraer cáncer y alteraciones en el sistema reproductivo. "Ningún vapeador o calentador de tabaco cuenta con autorización sanitaria por parte de la Cofepris, ni reconocimiento de la Secretaría de Salud como productos de riesgo reducido o alternativo".
 
“Debemos combatir la normalización del consumo de cigarros convencionales para que las y los menores de edad no lo consideren como parte de la vida, como una etapa por la cual tienen que pasar hacia la adultez, además de informarles sobre las características de los nuevos dispositivos electrónicos, al igual que a padres y madres de familia, quienes las desconocen y por ello no tienen percepción del riesgo que corren sus hijas e hijos al usarlos”, comentó Juan Núñez, coordinador de la Coalición México Salud-Hable.
 
El tabaquismo en su carácter de práctica propiciada por la publicidad y por ciertos cambios culturales en las sociedades, adquirió modalidades de consumo relacionadas con ideas de estatus superior, de innovación o, de ser una persona muy cool, ligada al disfrute de placeres propios de una clase social adinerada o de quienes, mayoría, aspiran a equipararse con dicha clase.
 
El uso de boquillas para fumar cigarrillos, sobre todo entre damas seductoras, de cigarreras de lujo para mujeres u hombres o de encendedores lujosos, desde los años veinte y hasta los cuarenta del siglo XX, podría equipararse a la "distinción" que ahora pueden encontrar quienes tiene los recursos para pagar los altos costos de los dispositivos electrónicos, pero sobre todo de los cartuchos de nicotina que deben surtir constantemente, muy superiores en costo que las cajetillas de cigarros. 

"Más allá de los tóxicos en los nuevos dispositivos, usarlos puede implicar una sublimación que oculte frustraciones, deseos insatisfechos, imposibilidades reales de acceder a niveles superiores en distintos campos", concluyó Núñez.

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