Constricción pericárdica: conoce las causas

La constricción pericárdica es una afección con varias causas posibles, entre ellas algunas enfermedades subyacentes, o hasta puede ser resultado de ciertos tratamientos médicos.

La hinchazón, o edema, es uno de los síntomas más comunes de la constricción pericárdica y se debe a que la afección interfiere con la capacidad de los riñones de funcionar adecuadamente. Los medicamentos generalmente logran reducir bien la hinchazón. Rara vez y en casos graves, la constricción pericárdica puede requerir un tratamiento quirúrgico.

El pericardio normal consiste en un saco delgado y elástico que rodea el corazón. Bajo circunstancias normales, éste contiene una pequeña cantidad de líquido que ayuda a lubricar el corazón a medida que éste se mueve. En la constricción pericárdica, el saco pierde su elasticidad y se vuelve rígido. La constricción pericárdica restringe el movimiento del corazón y le dificulta latir bien; además, restringe la cantidad de sangre que entra a medida que el corazón se relaja entre uno y otro latido, volviéndolo menos eficiente. Cuando entra menos sangre de lo normal al corazón, también menos sangre de lo normal sale del corazón hacia el resto del cuerpo.

La constricción pericárdica puede afectar considerablemente a los riñones porque una de las tareas que estos desempeñan es de extraer desperdicios y exceso de líquido de la sangre. El bajo flujo sanguíneo procedente del corazón dificulta a los riñones extraer todo el líquido adicional. Además, la reacción de los riñones ante un flujo sanguíneo bajo puede ser de retener más líquido como un intento de aumentar el flujo sanguíneo disponible.

El resultado de la acumulación gradual de líquido en la sangre es la hinchazón, afección a la que a veces se llama edema o anasarca. Cuando no se trata la hinchazón, ésta puede tornarse grave, especialmente en las piernas y el abdomen. Entre otros síntomas comunes de la constricción pericárdica están el cansancio, la falta de aire y la dificultad para hacer ejercicio o participar en otras actividades físicas.

La constricción pericárdica puede ocurrir debido a varias razones. Las infecciones virales que conducen a la inflamación del pericardio son una de las causas más comunes de constricción pericárdica. La afección también puede desarrollarse como efecto secundario de la radioterapia o de la cirugía del corazón. Entre las causas menos comunes están las enfermedades del tejido conectivo, el cáncer y las complicaciones derivadas de otros tipos de infecciones. Raramente, el consumo de cierto tipo de fármacos puede igualmente desencadenar constricción pericárdica. En algunos casos, no es posible descubrir la causa y en ese caso, la afección se conoce como constricción pericárdica idiopática.

Los médicos diagnostican constricción pericárdica mediante la revisión del historial médico y un examen físico. Los exámenes por imágenes del corazón, tal como: ecocardiogramas, radiografías de tórax, exploraciones por tomografía computarizada y resonancias magnéticas cardíacas y algunos otros permiten diagnosticar la afección.

El tratamiento de la constricción pericárdica normalmente se enfoca en controlar los síntomas y cualquier inflamación activa del pericardio. Por lo general, eso implica usar tanto diuréticos para extraer del cuerpo el exceso de líquido como antiinflamatorios para reducir la inflamación del pericardio. Entre los antiinflamatorios que sirven en la constricción pericárdica están la colchicina, los antiinflamatorios no esteroides y ocasionalmente los esteroides o los medicamentos que afectan el sistema inmunitario del cuerpo, como la anakinra.

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