Terrores nocturnos, efectos en los niños
- Escrito por Redacción
- Publicado en Bienestar 24 horas
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La mayoría de los padres han tenido que consolar alguna vez a sus hijos después de una pesadilla. Pero, si su hijo ha tenido alguna vez lo que se conoce como terror nocturno, experimentó tanto miedo que, por mucho que usted hizo, no hubo forma de consolarlo.
Un terror nocturno es un trastorno del sueño que se parece a una pesadilla, con la salvedad de que es mucho más espectacular. Aunque pueden asustar bastante a los padres que los presencian, no suelen ser un motivo de preocupación ni el signo de un problema médico subyacente.
¿Cómo se producen?
La especialista en sueño Liliana Amaro explica el proceso de este trastorno. Durante una noche típica, el sueño pasa por una serie de fases. Cada una de ellas se asocia a una actividad cerebral particular, y la fase de movimientos oculares rápidos (MOR o REM en inglés) es cuando tienen lugar la mayoría de los sueños.
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Los terrores nocturnos ocurren durante el sueño no REM. A diferencia de las pesadillas (que ocurren durante el sueño REM), un terror nocturno no es un sueño desde el punto de vista técnico, sino más probablemente una súbita reacción de miedo que tiene lugar durante la transición de una fase de sueño a otra.
Suelen ocurrir de dos a tres horas después de que el niño concilie el sueño, cuando tiene lugar la transición desde la fase de sueño más profunda no REM a la más superficial de sueño REM, la etapa en que se producen los sueños. Por lo general, esta transición sucede con suavidad. Pero en ocasiones el niño se agita y se asusta —y esa reacción de miedo es el terror nocturno.
Durante un terror nocturno, un niño puede incorporarse y sentarse en la cama súbitamente y ponerse a llorar o gritar como si estuviera sumamente angustiado. La respiración y el ritmo cardíaco se le pueden acelerar, puede empezar a sudar, a agitarse y a comportarse como si estuviera sumamente alterado y asustado. Al cabo de unos minutos o algo más, el niño se calma y se vuelve a dormir plácidamente.
A diferencia de las pesadillas, que se suelen recordar, al día siguiente los niños no tienen ningún recuerdo del terror nocturno porque estaban dormidos mientras ocurrió —y no tienen imágenes mentales que evocar.
¿Cuál es su causa?
Están provocados por una hiperactivación del sistema nervioso central (SNC) durante el sueño. Esto puede ocurrir porque el SNC (que regula la actividad cerebral durante el sueño y la vigilia) todavía está madurando. Algunos niños heredan una tendencia a esta hiperactivación; aproximadamente el 80% de los niños que tienen terrores nocturnos tienen un pariente que también los experimentó o bien que sufrió de sonambulismo (un tipo similar de trastorno del sueño) durante la infancia.
- Los terrores nocturnos se han descrito en niños que:
- Estaban muy cansados, enfermos, estresados o fatigados.
- Estaban tomando un medicamento nuevo.
- Dormían en un entorno nuevo o lejos de su casa.
Afectan a entre 3% y 6% de los niños, mientras que prácticamente todos tienen alguna pesadilla de vez en cuando. Un niño puede tener un episodio de terror nocturno aislado o varios antes de que este tipo de episodios desaparezcan por completo. La mayoría de las veces los terrores nocturnos desaparecen solos conforme va madurando el sistema nervioso.
¿Qué hacer?
Los terrores nocturnos pueden alarmar bastante a los padres, que suelen sentirse impotentes al no poder consolar a sus hijos. La mejor forma de reaccionar ante un terror nocturno es esperar pacientemente a que pase y asegurarse de que el niño no se hace daño al agitarse. Generalmente se tranquilizan y vuelven a la placidez del sueño al cabo de pocos minutos.