Síndrome de Intestino Irritable, impacta la vida laboral

El SII es un trastorno funcional intestinal en el que el dolor crónico o malestar abdominal se asocia con cambios en el hábito intestinal o alteraciones en la defecación, como estreñimiento o diarrea, acompañado de distensión abdominal y sensación de inflamación, flatulencias, evacuación incompleta, urgencia y deseo continuo e ineficaz de defecar.

Las sensaciones viscerales como dolor, náuseas, saciedad temprana y hambre son experiencias subjetivas y consientes que resultan de sensaciones moduladas por diversos factores emocionales, cognitivos y motivacionales. 

Por otro lado, el estrés crónico puede alterar la motilidad intestinal o modular aquellas vías encargadas del procesamiento de sensaciones viscerales, como el dolor.

Se han propuesto varios factores causales responsables del SII, como alteraciones en la motilidad, alteraciones en la sensibilidad visceral y factores psicológicos, como también genéticos y post-infecciosos, por lo tanto, se considera una entidad originada por varios factores. 

Estudios realizados a trabajadores que frecuentemente están sometidos a cargas excesivas de trabajo, la ansiedad, el estrés y la depresión, mostraron una asociación significativa con el SII, a diferencia de las personas con menor carga de trabajo.

El diagnóstico debe ser realizado por exclusión de enfermedades como enfermedad inflamatoria intestinal, cáncer colorrectal, infecciones intestinales (parasitosis, bacterias, tuberculosis), alteraciones hormonales sistémicas, intolerancia a alimentos, enfermedad celiaca, enfermedad tiroidea, sobrecrecimiento bacteriano intestinal, malabsorción de ácidos biliares, neuropatía o miopatía entérica, efectos secundarios de medicamentos, entre otros. 

Ante ello, debe realizarse una evaluación clínica cuidadosa por médico especialista y sustentada con estudios de laboratorio y gabinete que excluyan estas enfermedades.

El tratamiento suele ser multidisciplinario e incluye dieta equilibrada, fármacos para controlar los síntomas, actividad física y terapias asociadas (psicoterapia, psicofármacos, etc.), aunque también estudios han demostrado que establecer una adecuada relación médico-paciente se asocia con una disminución del número de visitas, una mayor satisfacción del paciente e incluso reducción de su sintomatología, por lo mismo es de gran importancia acudir con tu médico de confianza si presentas los síntomas ya antes mencionados. 

Lo ideal es recibir el tratamiento correcto, ya que al automedicarte puedes enmascarar una enfermedad orgánica grave que quizá no pone en riesgo la vida, pero puede desencadenar otro tipo de molestias o simplemente no llegar al alivio de los síntomas.

Como prevención, ayuda la práctica de algún deporte o actividad física diaria, mínimo 30 minutos al día, ya que este canaliza el estrés ocasionado por el exceso de trabajo, una dieta equilibrada y adecuada para la edad y dedicar tiempo suficiente y adecuado para la defecación.

Como nos podemos dar cuenta, la mayoría de los síntomas presentes en este síndrome, suelen ser bastantes incomodos cuando te encuentras en el área de trabajo, produciendo un deterioro en la calidad de vida, pero sobre todo el dolor puede llegar a tal punto de incapacitar a la persona para que realice sus actividades cotidianas, como trabajar. 

Por lo tanto, es de gran importancia la prevención, diagnóstico oportuno y tratamiento, para poder evitar el padecimiento y así, el ausentismo en el campo laboral.