Papanicolaou, prueba oportuna para el cáncer cervicouterino
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La vacunación contra el virus de papiloma humano (VPH), la detección oportuna y el tratamiento contra este virus previenen hasta 90 por ciento el desarrollo de cáncer de cuello uterino, informó Eder Alexandro Arango Bravo.
El jefe del Departamento de Educación en Salud del Instituto Nacional de Cancerología (INCan), destacó que la vacuna contra el VPH es el principal eslabón dentro de la prevención primaria, con protección contra los subtipos de los virus más frecuentes (16-18) y, consecuentemente, la prevención de lesiones premalignas y malignas (cáncer) del cuello uterino, con aplicación en una dosis a niñas de 9 a 10 años.
Explicó que el VPH se trasmite por contacto directo con piel y mucosas genitales o líquidos corporales infectados, al tener relaciones sexuales, incluidas las orales.
Indicó que de 70 a 90 por ciento de las infecciones son asintomáticas y se resuelven de forma espontánea en uno a dos años; no obstante, las infecciones persistentes por VPH con serotipos de alto riesgo sin tratamiento pueden progresar a carcinomas invasores en la región anogenital.
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El especialista del INCan dijo que, para prevenir y detectar lesiones precancerosas y cáncer de cuello uterino, es necesario vacunarse y realizarse la prueba de papanicolaou o citología cervical en mujeres mayores de 25 años de acuerdo con los lineamientos de la NOM, repetirla cada año y, en caso de que los dos últimos resultados sean negativos, se realiza cada tres años.
Añadió que las pruebas de detección son gratuitas en todas las instituciones públicas de salud; sólo deben presentar identificación con fotografía y no estar en periodo de menstruación.
El papanicolaou es un procedimiento seguro que no tarda más de 15 minutos y consiste en recolectar las células del cuello uterino con un pequeño cepillo que se envía al laboratorio para análisis.
El también jefe del Departamento de Educación en Salud del INCan destacó que el éxito del tratamiento es de 90 por ciento en etapas tempranas, ya que son tumores pequeños que miden menos de cuatro centímetros, confinados al cérvix, factible de tratamiento quirúrgico (cirugía) y, en caso necesario, se complementa el tratamiento con radioterapia.
Especificó que el tratamiento depende de las etapas clínicas al diagnóstico; en pacientes con enfermedad localmente avanzada la combinación de quimioterapia y radioterapia es la mejor opción de tratamiento, con un éxito terapéutico que oscila entre 50 y 80 por ciento. En esta etapa, el objetivo del tratamiento es curativo.
En etapas avanzadas el objetivo del tratamiento es controlar síntomas asociados a la enfermedad, como el sangrado y el dolor pélvico, mejorar la calidad de vida de las pacientes y prolongar la supervivencia.